Si tuviera que plantear características que unen a las tres producciones cinematográficas diría que:
Los directores cumplen también con la función de guionistas, los actores que se desempeñan con idoneidad son absolutamente desconocidos y las tres tienen algo del género policial, sin llegar a ser películas policiales. Para los que deseen verlas se trata de:
Flores de ruina: Es una obra de la dupla Pablo Junco y Julio Midú que con la Fundación Cine con vecinos de la localidad de Saladillo realizan esta interesante producción donde tres ancianas solteras van resolviendo sus cuestiones cotidianas de forma expeditiva y con un matiz violento que en ellas resulta impensable. Un guión inteligente que bordea la ironía, un sonido adecuado y las buenas actuaciones hacen de esta película un grato entretenimiento que permite admirar todas las posibilidades expresivas que brinda la tercera edad.
El perro Molina: Es una película de José Celestino Campusano que muestra en un sitio del interior, Marcos Paz, la vida de los marginales y la connivencia con la policía corrupta del lugar. El personaje, un ser en busca de una posibilidad de vida mejor planea su último trabajo, para poder retirarse luego. Debe estratégicamente sortear dificultades y efectuar arreglos para lograr su cometido que se ve frustrado por el imprevisto que lo lleva a concretar un desenlace no deseado.
Nada de lo que pensaba hacer se concreta como lo anhelaba y queda un dejo de frustración y furia frente a lo perdido. Lo que signa a los personajes es la frustración de sus anhelos más íntimos, lo que los lleva a determinaciones que los denigran. Muy logradas actuaciones y un buen argumento hacen del film una película que mantiene el ritmo y el interés del espectador.
Nada de lo que pensaba hacer se concreta como lo anhelaba y queda un dejo de frustración y furia frente a lo perdido. Lo que signa a los personajes es la frustración de sus anhelos más íntimos, lo que los lleva a determinaciones que los denigran. Muy logradas actuaciones y un buen argumento hacen del film una película que mantiene el ritmo y el interés del espectador.
Dos disparos de Martín Rejtman resulta una película extraña, ya que se inicia con un joven de 17 años que va contando en off, algunas cuestiones de su vida y se pega dos disparos de los que sale prácticamente ileso, aunque una bala queda en su abdomen con algunas secuelas en su vida cotidiana El film resulta raro porque de todas las acciones que van sucediendo nunca se saben los motivos que las provocan. ¿Por qué se pegó los dos tiros? Porque encontró el arma en el galpón de su casa y hacía calor. Las escenas van transcurriendo con una mirada indiferente donde el espectador ve cómo la madre del joven toma actitudes también poco frecuentes (enterrar los cuchillos en el jardín, conectarse por internet para conseguir una compañera de viaje) y todos en algún momento inician un viaje como medio de escapar de una realidad cuya rutina no los conforma demasiado. Los personajes van y vienen sin que se establezcan vínculos significativos y la película termina abruptamente sin que exista ninguna concatenación de hechos que permita una interpretación de conjunto. Es como una serie de viñetas de situaciones de la vida cotidiana con algunos personajes grotescos sin que se configure una trama narrativa. Destacable la actuación de Fabián Arenillas, uno de los pocos conocidos que se luce en su papel de reparto.
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